martes, 21 de mayo de 2013

Día Internacional de los Museos

Este sábado 18 de mayo, en la Ciudad de México, se llevó a cabo la celebración del Día Internacional de los Museos donde todos los recintos de nuestra gran Tenochitlán participaron con diferentes eventos, talleres y conferencias, así como la ampliación de sus horarios de visita para que nadie se quedara sin participar.

Desde muy temprano muchas familias se dieron cita en sus lugares preferidos. Hubo incluso una especie de circuito en los que se optaba por visitar tres museos del norte, sur y poniente de la ciudad gracias a los autobuses destinados para dicho recorrido. Pretextos no había, los museos estaban repletos de participantes. 

Mi compañero y yo optamos por el Museo del Chocolate. Deseábamos participar del taller que se ofrecería por la tarde así como de un recorrido sensorial al finalizar el día. Ese museo no lo conocíamos y decidimos emprender la aventura. 

Al llegar nos topamos con la noticia de que los talleres se habían saturado desde un día antes. Claro, para mí fue un pequeño inconveniente pero me alegré de saber cuánta expectación había causado el día de los museos. 

El recorrido por esa pequeña casona ubicada a una cuadra del Museo de Cera, no fue muy largo, sin embargo, el aroma del cacao se entretejía con los colores del arte y el gusto de los chocolateros que acudimos al lugar. 

Al término de la visita, y con una nube sobre nuestras cabezas que amenazaba con hacer fallido cualquier paso siguiente, decidimos regresar a casa. En el trayecto pasamos por el Museo de Antropología y sin pensarlo dos veces decidimos entrar. 

El horario para dicho museo se amplió hasta las 10 pm. y gracias a ello pudimos ser testigos de un espectáculo maravilloso. Descubrir el museo de noche es mágico. No por nada es mi favorito. 

Al llegar fuimos notificados que la última visita guiada estaba comenzando. Rápidamente mi compañero y yo nos unimos al grupo que escuchaba atentamente a la guía desde la puerta de la sala Mexica. 

Éramos poco más de 30 personas. Entre unos cuantos extranjeros, niños y ancianos, nuestra guía nos transportó a la época prehispánica con tal detalle y pasión que me parecía ver en la maqueta del museo a los que fueron en ese tiempo, caminando sobre ella, mercando en Tlatelolco y esculpiendo la piedra del sol. 

Pocas son las veces en que he podido disfrutar tanto de una visita guiada. No hubo efectos de sonido ni show de luces o pirotecnia, sólo las palabras de una mujer que nos hacía volar con su narración. 

Nuestro grupo se comportó. Grandes y chicos levantaban la mano en busca de más conocimiento, esperábamos ávidos más anécdotas, detalles que nos fascinaban y nos henchían el pecho de orgullo mexicano. 

En la sala Maya conocimos de la vida de Pakal y visitamos su tumba; allí terminó nuestra visita. 

Los aplausos no se hicieron esperar. La velada fue realmente encantadora. Varias personas del grupo se acercaron a nuestra guía felicitándola y preguntándole  por su horario de trabajo. Quisiera traer a mis sobrinos contigo, decía una de ellas mientras buscaba una pluma y un papel dónde anotar sus datos. 

La magia del Museo de Antropología sumada al Día de los Museos, dieron oportunidad a muchos, como mi acompañante y yo, de disfrutar esta gran ciudad y sus recintos. Nos permitieron participar de la cultura y de sentirnos un poquito más orgullosos de nuestra ciudad, descubriendo pasado y presente de nuestras raíces. Sobra decir que espero ansiosa disfrutar de otra noche de museos.