domingo, 27 de diciembre de 2009

Take That (with a boyband mood)

Sí, está usted leyendo bien. Take That formó parte de mi adolescencia y me siento orgullosa de ello. Pero bueno, hoy los nombro para decirle a usted que me siento joven, ja! aunque cuando ví de nueva cuenta el último concierto de este quinteto, entre el público había pura chica de más de treinta y cinco. ¿a qué viene todo esto? Ahora lo descubrirá.

Hace un par de semanas en mi sistema de cable pasaron el concierto y lejos de ponerme a gritar como loca por ver el reencuentro de una de mis boyband favoritas, me dí cuenta del paso tan grande que ha dado la tecnología en mi generación.

Recuerdo bien que mi maestra de historia de México de la prepa nos platicaba de su experiencia con Menudo. Ella soñaba con tener a los chicos en su tele todo el día. Verlos una y otra vez, que el programa se repitiera sin parar hasta que ella dijera basta; a su vida llegó la videocasetera y con ello una tristeza increíble pues el grupo se disolvió justo antes de que pudiera obtener una.

En mi caso fue diferente. Yo no soñaba con tener a Take That en mi televisor. Al contrario, soñaba con tener sus discos y que algún día vinieran a México a dar un concierto. Pero todo eso terminó cuando la revista española que compraba, y que llegaba con un mes de atraso, anunció su separación.

No sufrí ni lloré y mucho menos hice rabietas. Lo que sí sucedió es que llegaron sus casettes y al poco tiempo los cd's. Rogué porque me compraran una grabadora con reproductor de Cd's y así poder escuchar a mis adorados ingleses un poco más.

Y de ahí brinqué a los BSB (Backstreet boys), quienes fueron los sucesores de mis primero ídolos, además de la conveniente cercanía: ellos en el gabacho y yo sólo a pocos kilómetros de distancia. Así era más sencillo pensar que los podría tener al alcance de mi mano.

Con el cambio llegó el avance tecnológico. Ahora los cd's multimedia ocupaban parte importante en mi deseo por obtener una computadora paa poder ver el contenido exclusivo que contenía su última grabación.

Ellos crecieron, se casaron, se hicieron gordos y feos y yo tan hermosa como siempre. Mi gusto musical por las boybands cedió su lugar a otras corrientes musicales y, habiendo pasado la edad de la punzada, me rio cada vez que las chicuelas llenan sus cuartos con afiches de sus artistas favoritos o compran revistas para quinceañeras donde un test sobre el amor de tu vida puede marcar un punto importante de tu relación de secundaria.

He caído en cuenta de que esto sucedió hace 15 años uff... No hay como subirse al tren de los recuerdos para darse cuenta de qué tan rápido se va la vida.

Si quiero repetir esos buenos tiempos no necesito echarme un brinco en mi hemeroteca personal, basta con dar un click en san google y listo, bajar alguna de sus canciones, leer su profile completo, you name it. Todo está a segundos.

Me pregunto si el día en que yo tenga hijos su contacto con el mundo exterior se parecerá un poco a lo que yo viví. Si cuando ellos estén en la edad de la punzada tendrán san google como yo para saber de sus ídolos o si simplemente habrá un holograma en sus cuartos que puedan repetir y repetir hasta que su blue ray no de para más... no lo sé, pero si en otros 15 años la tecnología brinca tan rápido como lo hizo conmigo, no alcanzo todavía a dimensionar en dónde estaremos. Eso sí, me gustaría que sus redes sociales fueran de verdad y que dejaran, no de lado, sino como una opción secundaria, la vida on line.

Ya les vendré a poner las comparaciones entre mis hijos y yo en unos cuantos años... mientras tanto, nos seguimos leyendo.

sábado, 26 de diciembre de 2009

¿Feliz Navidad?

Lo he pensado siempre: la única razón por la que me gusta la navidad es que la ciudad es un mar en calma. Claro, no sucede lo mismo en los centros comerciales y tiendas departamentales, pero si uno no tiene la más mínima necesidad de aparecerse por ahí, puede disfrutar a sus anchas de avenidas tranquilas, varios decibeles menos de ruido... ah, en verdad es un placer.

Y los bemoles aparecieron justo ayer cuando fuí al super. Mi señora madre se formó en una caja que tenía un letrero enorme que decía "Caja para personas de la 3ra edad y mujeres embarazadas". El señor que estaba formado adelante de ella, parecía tener 35 y eso sí, como medio kinder por hijos. Llegué a la conclusión de que si a su edad ya se sentía viejo, qué sería de él cuando en verdad lo fuera. A esto añadí que yo soy una persona que no se fija en los letreros grandes, seguramente no ví las letras chiquitas de la gran cartulina donde, además de personas mayores y mujeres embarazadas, la caja estaba destinada a padres con un montonal de hijos que no los dejan comprar a gusto.

No dije nada, pero lo pensé. Cuando llegó el turno de mi mamá, le pregunté al cajero por qué él no hacía la aclaración correspondiente a las personas que no cumplían con los requisitos y que trataban de aprovecharse de una caja semi vacía. Por supuesto el chico se quedó de a 6 y la señora que estaba formada atrás de mi mamá se colgó rápidamente el saco y exclamó un "qué hueva" cuando escuchó mi comentario. Yo ni siquiera había notado sus cuarenta y tantos hasta que se ofendió.

El cajero repuesto de la pregunta me dijo que cuando el super está muy concurrido no pueden darse el lujo de ser selectivos. Claro, tonta de mí que no vió las inmensas filas en las demás cajas (ric,ric,ric)... y yo quejándome en una tan vacía. Eso sí, era deleitada con el navidad, navidad, hoy es navidad, que entonaba la siguiente en la fila como queriendo calmar sus nervios.

La señora volvió a mirarme muy enfadada y me deseó una feliz navidad ah y por supuesto, me dijo que no fuera grinch. Eso me saco por preguntona.

¿De plano estoy neurótica? ¿me puedo considerar una persona mentalmente inestable sólo por querer que la gente respete o se haga lo correcto? En fin, creo que tenía razón la susodicha... me he vuelto toda una grinch.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Diálogo entre electricistas...

En mi colonia de ex-electricistas, de cuyo nombre no quiero acordarme, mientras esperaba a que la tendera terminara su conversación con un cliente que abarcaba todo el mostrador...

Él:-N'ombre, hubieras visto. Nos pusieron a hacer un examen como de 700 preguntas de cultura general. Teníamos 5 0 7 horas para responderlo. No te miento, hace más de 20 años que dejé de ir a la escuela ¿cómo chingados voy a saber quién le ayudó a Benito Juarez, pon tu, a hacer no se qué chigada cosa? no... examen de cultura general, no mames... de trabajo sólo venían 20 preguntas. Ah pero eso sí, esto se va directamente a la opinión pública y ahora sí van a decir: Los de Compañía de Luz no sabían ni el nombre de su presidente (?) -Claro. -Fíjate, yo tenía un compañero que era ingeniero, se fue varias veces a Estados Unidos, Europa y Sudamérica, hizo el chingado examen y lo pusieron como técnico. Que le dice al güey ese, no mames, yo soy ingeniero, tengo esto, esto y lo otro. ¿cómo de técnico? Y qué le dicen, ¿lo tomas o lo dejas? No pues así como chingados no aceptas. Bueno ahí le dices a Chava lo que te dije, podríamos vernos ojetes con toda la situación ¿no? ya sabes, que me dé 20 y yo le doy 80 a aquel, pero pues no mames, así como estamos y todavía cobrarles... en fin. Ahí nos vemos.

Ok, desmenucemos el diálogo. Supongo que este tipo está en el proceso de recontratación en CFE y parte de ello es el filtro del examen, siendo así ¿qué parte de examen de cultura general no entendió? El hecho de ser trabajador no nos exime de quedar desinformados de lo que ocurre en nuestro país y mucho menos de darle una repasadita a cualquier periódico. Bueno, ya hasta los regalan, pretexto no hay.

La última parte del diálogo me da a entender que todavía se hacen tranzas con lo de las plazas. Bueno, el mexicano es listo hasta para conseguir los resultados del examen que uno guste y vender las claves de respuestas. Además, dice el dicho piensa mal y acertarás... Esa parte por ahí va... ojalá y no.

Ah y eso no es todo, justo acaba de pasar el vocero para decir que mañana irán a San Lázaro a las 9 am, otra vez caos vial.

Y lo más irónico, el slogan que usan para justificar sus movilizaciones: Chilango aguanta que el pueblo se levanta... ¡Por Favor! eso es cinismo. Y sigo teniendo una y más razones para estar a favor del cierre de Luz y Fuerza.

Redes Sociales

Leyendo la revista de mi preferencia, hace unos ayeres, salió publicado un artículo sobre la red social de moda y lo "out" que se volvía gracias a la gran cantidad de aplicaciones que los usuarios habilitaban en sus perfiles y que hacían casi imposible la navegación. Luego la nueva propuesta Facebook (FB) hacía su aparición es este rubro.

La primera vez que entré a la página, me sorprendió lo simple que resultaba andar por aquí y por allá. No era necesario que escribiera mis gustos y preferencias, sabía que, quien me encontrara en ese portal me conocería bien. Más que un sitio para buscar amigos, me presentó una nueva forma de socializar con quien realmente me interesaba. Hasta para hacer amigos hay niveles, y eso de tener entre tus contactos con quienes rara vez tienes relación y que sólo te siguen por ósmosis, no es agradable.

Así pues, dije de aquí soy y me enamoré aún más de sus políticas de privacidad.

La onda bizarra llegó después, cuando mis conocidos comenzaron a cambiar su estatus social. "Fulanito ha dejado muy en claro en FB que tiene una relación con sutanita"... toing! Sinceramente no veo el afán de andar publicando quién anda con quién o si uno está casado con alguien o no o si se encuentra en una relación "complicada". ¡Claro que las relaciones humanas son complicadas! Y no contentos con eso, refinarnos el hecho de que no somos perfectos pues le quita lo bonito a cualquier persona.

Además eso de andar publicando que ando contigo hoy y mañana no lo sé, denota inestabilidad emocional del sujeto en cuestión y un poco de promiscuidad si cada semana cambia de modelo como de ropa interior... bueno, no lleguemos a tanto. Pero la verdad, hasta en las redes sociales hay una reputación que cuidar y con tanto cambio de estatus, lo destantean a uno.

Y bueno, de los jueguitos y del progreso que cada uno lleva, es otro cantar. A ese le saco, me llevaría otro post platicarles de lo traumante que resulta recibir cuanta notificación hay para seguir jugando. Realmente se vuelve una adicción.

Hoy en día nuestra vida se rige a partir de lo que escribimos o no en el muro de la red social a la que pertenecemos. Nuestra intimidad se vuelve pública a partir de qué tanto estemos dispuestos a compartir y peor aún de qué tanto podemos resistir la tentación de hacerlo.

Así pues, procuremos caer menos en la tentación y reactivemos la vida social piel a piel... Estoy segura, después de tanto vicio on line... Hay vida allá afuera.




viernes, 4 de diciembre de 2009

El Solista (The Soloist)

Una y otra vez, la vida en la calle es dura y se muestra ante nuestros ojos con la crudeza de un hombre marchito, de una mujer sin cordura, de un niño con hambre.

Veo a esa gente y mi corazón se endurece al pensar que todo es un truco, un engaño para solventar un estilo de vida fácil, económico y que se apiade un incauto. Luego reflexiono y dejo de generalizar, no todos son escoria, no todos sufren porque quieren y se remueve algo dentro de mí.

Entonces quisiera saber qué es lo que les entristece, lo que acallan sus ropas, sus manos cubiertas de polvo, sus pies cansados, su historia.

Alguien lo hizo y así fue como conoció a un hombre extraordinario, alguien que le mostró que lo verdaderamente valioso no es lo que vemos sino lo que nos hace ser únicos.

Nathaniel Ayers llegó a la vida del Sr. López así como a muchos nos llega la musa, en un instante. Y su historia lo hizo maravillarse de la vida de un hombre genial, indispensable en el mundo de las artes (un ex alumno de Julliard) cuya cordura se perdió durante su juventud y que lo hizo refugiarse en el único lugar donde sentía que sus demonios internos lo acompañaban en lugar de atacarlo: la calle.

El Sr. López, con el poder que nos dan las letras, describirá y narrará el cómo, dónde, cuándo y por qué de una vida marcada por el miedo, el dolor, los sueños frustrados y tratará de entender que el mundo puede apreciar la belleza hasta en los lugares menos imaginados.

Esta película vale la pena no sólo por las actuaciones de Robert Downey Jr o del ganador del Oscar Jamie Foxx, sino por el gran valor humanitario que deberíamos conservar aunque sea por encontrar la nota del día.