jueves, 4 de diciembre de 2014

Cabecita

Me gustaba cuando te reías, tan espontánea y tan llena de vida. 

Tus historias de vida me hacían sentir muy similar a ti en muchos aspectos. A las dos nos gusta disfrutar, reír, soñar y cuando me hablabas de lo mucho que te querían en tu trabajo y lo fácil que te era hacer amigos, allí encontraba mi parte genética. 

Me cuidaste desde niña, me regañaste mucho, sobre todo cuando rompíamos tus plantas. Pero también me consentías, me encantaba cuando llegaba a tu casa y me recibías con un "hola mi amor" o con tu sonrisa grande y tus ojitos pispiretos. 

Te gustaba viajar y que los tuyos disfrutáramos de tus lugares favoritos y aunque tu mirada se cargaba de nostalgia por los que no tenías cerca, le dabas vuelta a la página y se te llenaba la mirada de luz. 

No sé cómo agradecerte tanto cariño, tanto amor, creo que siempre sentiré que me faltó decirte más veces cuánto te quiero y cuánta falta me haces. Como tu sopa de fideo ninguna. Ni la mía y mira que algunas veces me la chuleaste. 

Tus recetas se fueron contigo. Sin embargo me acuerdo de algunas aunque tu sazón ninguna de tus hijas siquiera lo imita. 

Abue, el día que te fuiste no supe como despedirme de ti. No quería que te fueras escuchando mi voz quebrarse por tu partida. Sin embargo tu lo hiciste con una caricia, unos días antes. Aquel día cuando me tocaste con tu manita y me la palmeaste como dándome las gracias por estar allí. Allí te despediste. 

Abue hermosa. Te pienso fuerte hasta que nos volvamos a ver. Por lo pronto sólo diré ¡y órale,órale, órale! como cuando sentías que te ganaba la nostalgia, tratando de esconderla y cambiándola por una sonrisa. 

Te quiero cabecita. Hasta entonces.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Letra y tinta.

He querido decirte tantas cosas...

Desde hace tiempo busco la manera de acercarme, de buscar en mi interior la primera palabra, aquella que rompa el hielo y me permita empezar a decir lo que guardo, lo que callo, lo que unany otra vez pienso.

Pero no encuentro el sentido. Mis ideas parecen huir de nueva cuenta cuando estoy frente a ti. Me da miedo reencontrarte, creo que es miedo de perderte para siempre. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo se marchitó este abrazo que nos fundía? 

Hoy vuelvo a escribirte estas líneas, trato, me forzo a no perder este vínculo entre tu y yo. Tal vez era necesaria la distancia, tal vez no. Aquí estoy de nuevo buscando inspiración. 

Volvamos a enamorarnos, dejemos que cada acento y cada letra renueve la pasión. Yo contigo, tu hablando por mi. 

Aquí vamos de nuevo. A escribir otra vez.


viernes, 13 de junio de 2014

Godínez vs obesidad

En un intento por "meter en cintura" a la población trabajadora del lugar donde laboro, se llevó a cabo un programa al que yo denominé "Godínez vs Obesidad".

Siendo un hospital es común que por este lugar pasen muchas personas para realizar prácticas. Médicos, enfermeras, cocineras, y desde hace unos cuantos meses, licenciados en Nutrición. 

Es aquí donde comienza la historia. Es la primera vez que dos estudiantes de Nutrición se presentaban en el hospital. La idea parecía perfecta, no sólo las pacientes recibirían alimentación y guía adecuadas sino también los trabajadores podríamos beneficiarnos de ello. 

En un primer intento se convocó, de manera voluntaria, a todo aquel que quisiera cambiar su estilo de vida. No hubo eco. Entonces la técnica cambió. Ahora era voluntariamente "a fuerza".

De casi 100 personas en mi turno, la convocatoria "obligada" sólo logró reunir a poco más de 40. Los pretextos iban desde no tengo tiempo, tengo mucho trabajo (ajá), ya voy de salida, yo me siento bien como estoy aunque tenga sobrepeso, y el clásico que no me vean para que no me manden. 

Quienes acudieron a la cita, recibieron consulta y una guía de alimentación así como indicaciones precisas a realizar actividad física por lo menos 30 minutos al día y lo más importante, hacer el esfuerzo por llevar la dieta al pie de la letra. 

Los primeros días observaba a mi jefa y compañeros muy entusiasmados. La señora que vende garnachas frente al hospital incluso me preguntó si era verdad que todos ya estaban comiendo saludable (pueblo chico, estimado lector) porque sus ventas habían bajado y ahora sólo le pedían quesadillas "sin grasa y de flor de calabaza".

Después de 15 días, la balanza esperaba y muchos recibieron estrella por su esfuerzo. Otros incluso encontraron tiempo para hacer ejercicio antes de comenzar a trabajar y los más, decidieron celebrar comiéndose una gordita con chicharrón o con una generosa rebanada de pastel. 

Por una u otra razón, el esfuerzo titánico de llevar una vida saludable sólo duró 15 días. Creo que hay muchos factores que llevaron al naufragio de esta iniciativa, una de ellas fue la poca convicción de parte de los participantes, una más la gran tentación que resulta de los aromas garnacheros que rodean nuestro lugar de trabajo y así puedo seguir enumerando ¿motivos, razones, pretextos? Llámele como quiera. 

Han pasado varios meses de esto. Hoy sólo he visto a tres personas seguir con el cambio de dieta y ejercicio. ¿Valdrá la pena volver a intentarlo? Creo que sí. Por lo menos de este lado, sigo luchando con los antojos. 

Por cierto, ya compré mis tenis para salir a correr. ¿Por algo se empieza, no?




¡Parir estuvo en chino!

En el lugar donde trabajo me ha tocado ser testigo del nacimiento de varios bebés cuyos padres viven en este país como refugiados, haitianos en su mayoría. 

Antier nació un pequeño de ojos rasgados y piel todavía rosada por el esfuerzo que implica venir al mundo. 

Sus padres llegaron a este país hace ya cinco años. Su padre apenas logra comunicarse en español y su madre apenas articula un "gracias y adiós".

Ellos se acercaron al hospital hace un mes para recibir atención prenatal por la llegada de su primogénito. ¿Cómo se comunicaron con los médicos? Paciencia es la respuesta. 

Hay ocasiones en las que he ayudado a los doctores haciendo de intérprete, sin embargo, en esta ocasión durante la consulta sí se dieron a medio entender.

El día del feliz nacimiento llegó y si acaso resultó interesante elaborar una historia clínica, imagine usted a la hora del parto. ¿Cómo le dices que puje o que diga en escala del uno al diez en qué nivel se encuentra su dolor? La pobre mujer sólo cerraba sus ojos y se concentraba en controlar cada contracción. 

Ayer por fin se fueron a casa. Cuando llegaron conmigo lo único que se me ocurrió para comunicarme con ellos fue usar la aplicación del traductor en el celular pues cuenta con audio. Ok, hasta aquí es buena idea, o lo fue hasta ver que había dos tipos diferentes de chino en el listado de idiomas. 

Pues por lo menos el chino tradicional deberá funcionar, pensé. Lo de menos es que la muchacha o el papá me diga no entiendo. 

Escribí algo sencillo: Su bebé es muy bonito, felicidades. Ella escuchó atentamente y con una amplia sonrisa dijo ¡gracias!

¡Bingo! De aquí soy, pensé. Lo siguiente fue escribir las indicaciones pertinentes para que puedan registrar a su pequeño como mexicano, las vacunas, las revisiones, etc. y listo. Con un chino supongo mal traducido en el celular y con una nula idea de cómo expresarme en lenguaje de señas chinas, los nuevos papás y yo salimos adelante. 

Él me estrechó fuerte su mano y con una sonrisa me dio las gracias. Ella abrazaba a su pequeño y asintió con su cabeza. 

No creo volver a verles, sin embargo esa sensación de victoria ante una barrera de lenguaje me deja contenta. Ojalá que en su camino encuentren o un amigo que hablé chino y español, o que aprendan ya nuestro idioma o ya de menos, que el Google translator los saque del apuro.

lunes, 5 de mayo de 2014

Judá

Cada vez me maravillo más de lo que mi corazón puede llegar a sentir. Esa magia al contemplar tus ojos cerrados, lo tranquilo que te vez al dormir, tu pausado respirar. 

Tu fragilidad me asusta y al mismo tiempo me produce una sensación de protección tan grande. Eres aún tan pequeño y ya te quiero tanto. 

Ayer fue tu presentación. El buen Dios ha inscrito tu nombre en el libro de la vida. Tus papás y toda la gente que te queremos estuvimos acompañándolos, dando gracias por ti, por tu bienestar, por hacernos tan feliz. 

¿Sabes? Cuando tu mami supo de ti, me pidió un favor muy especial, quería que le escribiera una canción para ti pero no pude. Tienes nueve meses para hacerla, me dijo. No fue falta de tiempo ni de interés, simplemente no me alcanza la métrica cuando miro tus ojos y toco tus pequeñas manos.

Pequeño Judá, tendré la bendición de verte crecer, llenando de luz los días de tus papás. 

Con ellos comparto ahora mucho más que una amistad. Ese amor tan grande que te tienen salpica mis días de felicidad.

No tengo una canción para ti pero eso no impide que desde ya tengas en mi corazón un lugar muy especial. 

Bienvenido a la familia pequeño tesoro.