lunes, 25 de diciembre de 2006

El último del año


Bien es sabido que los últimos días del año están llenos de reflexión, de nuevas promesas a cumplir, de nuevos retos y que, año con año, se ven truncados por desidia, floreja o algo bien común en los humanos: el olvido.

Este año no pretendo ser víctima del alemán ese, al contrario, pretendo con este blog recordarme las cuentas pendientes con mi otro yo y reconocer lo difícil que será no darme por vencida....

Mi lista de retos es la siguiente(He decidido autodenominarla retos por aquello de la psicología inversa jajaja).

He comprobado que si digo "deseos" o "propósitos" corro el riesgo de que se queden volando y que sólo hayan sido expresados por el mágico momento de la llegada de un nuevo año y que después de atragantarme con 12 uvas y media botella de sidra pierda el interés por llevar a cabo cada una de las promesas que le colgué a las que, en mi estómago, serán pasas jajaja.

Bueno volvamos con la lista... no es una gran cosa, es más podría resultar ridícula a la hora de ennumerala pero el que abarca mucho poco aprieta y tampoco quiero perder por ese lado...

1. Aprender a comer sanamente
2. Leer más de 5 libros este año sin que sean los propios en materia educativa
3. Desarrollar mi capacidad ahorrativa (si, esa por la cual mi celular se queda sin crédito a los 3 días de haber ingresado una nueva tarjeta)
4. Incrementar mi vocabulario y corregir mi ortografía... (creo que nunca está de más)
5. No abrir la boca cuando no me lo pregunten jajaja... No es cierto, me refiero más al hecho de controlar aquel mal llamado "chisme" yo que pensé que nunca me iba a burocratizar y he caído en cuenta que estoy cojeando de este pie...


Así pues, pongo en consideración mi lista de RETOS y si no los cumplo QUE LA NACIÓN ME LO DEMANDE!!! jajaja

Saludos Pily

miércoles, 20 de diciembre de 2006

Las estelas de los antiguos



Son las 12:30 del Domingo y hemos llegado a una parada oficial para cualquier turista que visita el sur de nuestro país, especialmente la Rivera Maya y sus alrededores.


Zona arqueológica de Chichén Itzá se lee en la entrada. Cientos de turistas esperan a su guía quien les explicará el por qué de este mágico lugar, les mostrará el camino que el Dios Kukulkan sigue cada solsticio de primavera para anunciar un nuevo año y como regresa a su santuario en cada otoño para renovar su energía mística.


No es indispensable saber santo y seña de los mayas para que, en sólo un instante, seas transportado a ese lugar, no es necesario que domines las deidades para sentirte parte de ellos, ni siquiera es necesario ser oriundo de Yucatán. Todo se conjuga en el instante mismo en que de frente observas El Castillo, lugar por donde baja la serpiente emplumada. Das unos cuantos pasos y escuchas en el viento el sonido del caracol llamando al pueblo a esperar a su dios. Tomas aire, exhalas y sientes tu cuerpo vibrar cuando miras esa estela que marcó el paso de un jaguar. Cierras por un momento los ojos y allí está, mirándote con sus profundos ojos, respirando frente a tí, mostrando toda su grandeza y su belleza. Parece un momento lento cuando ves que avanza hacia a tí. Eres un tocado por los dioses. Eres santo, eres elegido, eres tú a quien se le ha concedido el honor de pisar tierra sagrada.


Caminas un poco más, el calor no te abruma, la emoción recorre tus venas y llegas a un Sac-bé, lugar sagrado en el que se realizan los sacrificios. El cenote se abre paso ante tus ojos y poco a poco se va evocando el momento cuando alguien fue ofrendado a los dioses por ser especial, alguien como tú. Sin embargo, tú no serás lanzado a las aguas. Tu nueva esencia te permite recorrer, enfundado en un cuerpo mortal, este lugar. Para tí el tiempo se ha detenido, para tí se abrió este espacio en la historia. Para tí este sueño vívido.


Tu cuerpo mortal no siente cansancio. Tus pies se aligeran a cada paso que das. Pasas por el lugar de los guerreros, un chaac- mol aguarda tu llegada. Se siente la fuerza que a estos acompaña y una seguridad indescriptible se adueña de tus venas.


Después de recorrer un pequeño sendero, ante tus ojos se levanta otro edificio igual de impactante que El Castillo. En este lugar, son los astros los principales actores. Su exactitud en la medición del tiempo y del espacio hacen de la vida en este tu espacio, algo tan fácil de llevar. La bóveda celeste se encuentra limpia, el astro rey poco a poco va descendiendo para dar paso a la luna, las estrellas la acompañan y poco a poco, en el Observatorio te das cuenta de la inmensidad de los cielos y de tu insignificante presencia debajo de ellos. Das una vuelta y miras a tu alrededor, algo sucede en el castillo. Una procesión o una ceremonia. Una virgen está arreglada y camina al frente del grupo. De pronto, una estrella fugaz cruza el espacio; he allí una señal para contabilizar en el calendario y una más para tí... tu tiempo está terminando, deberás volver a tus pasos... pides más tiempo, pero no sucede nada... sigues sintiendote lejos, te aferras... todavía no, todavía quieres ver más... ya va a comenzar la ceremonia al dios Kukulkan, ya falta poco, todavía no.... tienes mucho que hacer antes de partir, quieres correr pero tus pies parecen faltos de fuerza... cierras los ojos y te aferras al sueño...


- ¿Salió bien la foto?, Pily ¿me estás oyendo? -¿Eh?, Ah, sí perdón. Creo que la tomé en blanco y negro -No te preocupes, además tus fotos siempre son mejores que las mías cuando cargas con tu cámara, ja, ja, ja. - Ja, ja, ja. Ya déjate de bobadas y corramos que ya están silbando para cerrar el lugar. - Está bien... Tengo hambre ¿que quieres comer? -Mmm, unos panuchos y una sopa de lima y de postre.... ¡una marquesita! - Ja, ja, ja. Golosa... Te amo. -Y yo a tí Boxito.