jueves, 10 de mayo de 2012

Desierto de los Leones

Hacía años que no visitaba el lugar. Me encantaba, recuerdo que casi cada domingo era el sitio elegido para la caminata.

Mis padres, como buenos alpinistas, les encantaba procurarnos experiencias que pudieran fomentarnos el amor a la naturaleza y el respeto del medio ambiente. Así, cada semana hacíamos caminata ya fuera en Cruz Blanca o en el Desierto de los Leones.

Los años pasaron y las visitas a ese lugar cesaron, mis recuerdos también acallaron.

Y por alguna razón que aún no logro descifrar, el domingo volví al sitio de mi niñez y (re)conocí el Ex Convento.

Al llegar al lugar me invitaron a pagar 10.50 pesos como cuota de recuperación. Mi acompañante y yo nos acercábamos hacia la entrada cuando vimos a un hombre ataviado con vestiduras de la orden de los carmelitas descalzos caminar hacia nosotros.

El hombre invitó a un grupo de personas presentes a acompañarlo en la visita guiada que iniciaría en unos minutos. Así fue como nosotros decidimos incorporarnos al grupo.

Al reunirnos ante el portal del ex convento, la voz del hombre pareció tomar un tono de voz y un vocabulario diferente. Tal pareciera que hablaba una persona de otro tiempo, o que de plano, este hombre se tomaba su papel de guía demasiado en serio.

Poco a poco recorrimos el lugar. Aprendimos de las costumbres de la orden de los carmelitas y el por qué de las ermitas apostadas en los alrededores del convento.

La habitación del silencio fue el último punto del recorrido. Allí nuestro guía explicaba cuál era la función de ese lugar y terminó con un canto gregoriano a modo de bendición hacia nuestro grupo.

Al finalizar, su tono de voz y su habla lo volvían a colocar en nuestros días, develándonos su verdadera identidad al explicarnos que habíamos sido parte de una representación teatral. Su trabajo, decía, era hacernos partícipes de una puesta en escena, trasladándonos hasta el México de 1700 y lo que significaba pisar por primera vez el entonces convento de los leones.

Fue una muy grata experiencia formar parte del proyecto teatral, además de darle una nueva identidad a este lugar que ha sido motivo de recuerdos de muchas generaciones.

Vale la pena retomar el camino hacia el Desierto de los Leones, disfrutar de la naturaleza, enseñar a nuestra familia a practicar el eco turismo y a conocer uno de los parques más bonitos que la gran urbe ofrece.

Los invito a pasear por Cuajimalpa, comerse una quesadilla en La venta y seguir su camino hasta donde los carmelitas dedicaban sus días a la oración.