jueves, 29 de septiembre de 2011

Hablemos de Turismo

Hace un par de días se conmemoró el Día Internacional del Turismo. En México, el 2011 también ha sido declarado el año del Turismo. Tal pareciera como si los reflectores voltearan hacia esta pequeña y no bien considerada parte de nuestra economía y riqueza cultural.

Empezando el segundo cuatrimestre del año, se llevó a cabo la 1ra Reunión de Turismo Arqueológico en la Cd. De México. Allí la importancia del trabajo del INAH así como su colaboración con otras instituciones del ámbito turístico se dieron a conocer. Así mismo se instó a los participantes a promover los nuevos sitios arqueológicos que durante el sexenio han venido colocándose en el mapa.

Se hablaba entonces de Cañada de la Luna, un sitio ubicado en el estado de Guanajuato al que para llegar, hay que recorrer 1 km a pie a través de una ranchería y que sin dudar conquistaría al visitante pues es un observatorio celeste. Pequeño en tamaño en comparación con los ya conocidos pero ofreciendo una nueva experiencia arqueológica y en un estado que pudiera no imaginarse este tipo de construcciones en su geografía.

También se habló de los casos de éxito, como lo es el sitio de Xochicalco en Morelos y la sustentabilidad del proyecto de luz y sonido que este ofrece. Se trató de no dañar las estructuras al momento de instalar los cables e iluminación para el espectáculo, así como la disposición de los visitantes estratégicamente colocados fuera del sitio para apreciar mejor el show y evitar el deterioro de los edificios.

Y así le llegó el turno a la presentación del Huaca de la Luna. Desde Perú la cultura Moche hizo su aparición. Mostrándonos que estamos en pañales en cuanto a sustentabilidad y sostenibilidad arqueológica y turística. Donde un caso de éxito debería servirnos de guía para los nuestros, preocupándonos por aplicar los conocimientos de los antiguos y tratar de adaptar nuestra modernidad a esos espacios y no al revés.

Así la cultura Moche nos enseñaba el camino que tomará para sonar tan fuerte como los Incas, que Perú no es sólo Machu Picchu y que hay mucho por hacer en cuanto a promoción, cultura y preservación turística.

Este caso de éxito nos muestra que ningún espacio arqueológico es pequeño y mucho menos la carga cultural que representa. Lo que nos enseñan los Moches es que querer, es poder. Tanto en la preservación como en la difusión.

En México tenemos el potencial, falta guiarlo, darle una mejor visión a las cosas, dejar de ser tan cuadrados y cambiar nuestra concepción del turismo no sólo hacia sol y playa, sino a todas las variantes que hay. La vida misma es turismo en sí. Hagamos muchas por y para el turismo.


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