Desde pequeña siempre que entraba a su casa me sorprendía el hecho que nunca apagaran la luz. Mi madre siempre me decía que había que cuidar las cosas, que costaba mucho trabajo ganarse la vida. Sin embargo, en casa de mi vecina parecía no importar eso cuando el tema eléctrico estaba en la mesa.
El foco que alumbraba la calle, las diferentes televisiones de su casa, las luces de todas las habitaciones; no había momento en que el medidor dejara de correr a una velocidad increíble. Unos años después lo entendí: Su papá trabajaba en la Compañía de Luz lo que le daba derecho a no pagar su cuota eléctrica.
Mi colonia es de familias electricistas. Siempre me ha tocado ver el lado oscuro de la moneda; realmente son pocas las excepciones que pueden hallarse entre ellos. Desde borracheras, actos políticos, falta de respeto entre vecinos, holgazanerías, gasto excesivo de luz, sobornos para regularizar el cobro excesivo, etc. son tema de todos los días.
Hoy piden que nos unamos, que los ayudemos en su lucha...¿realmente creen que yo los puedo apoyar?
En mi trabajo sigue siendo tema de debate. Por un lado dicen que así no debieron hacerse las cosas, que son cosas ganadas por un sindicato y si el gobierno deseaba realmente un cambio en la actitud de los trabajadores, debieron haberse sentado en una mesa de diálogo y así ir reduciendo prestaciones hasta llegar a un acuerdo (palabras de otro burócrata). Yo opino lo contrario. Al mal hay que cortarlo de raíz. Desgraciadamente pagarán justos por pecadores.
Además de enfrentar el despido en tiempo de crisis y de austeridad, los trabajadores se enfrentan a la competencia laboral, tópico que no tienen muy barajeado ya que las plazas eran hereditarias. Así, los hijos de los empleados, y ellos mismos, no se preocuparon por fomentar el estudio. Muchos de ellos apenas terminaron la secundaria.
Por otro lado está la versión de los ex electricistas, que si ellos trabajaban bajo números rojos, que tapaban la falta de compromiso y de trabajo de la CFE, que todo lo ganado no tienen por qué quitárselos. En fin, puntos de vista hay de sobra.
La realidad es que el sindicato los perjudicó en vez de beneficiarlos, hablando de desempeño laboral. A pesar de contar con prestaciones maravillosas, se acabaron a la gallina de los huevos de oro. Al final del día, los problemas sindicales pudieron más que el amor a la camiseta.
Hoy por hoy ha caído uno de los movimientos sindicales más poderosos del país. Radio pasillo augura que el siguiente será el de petróleos mexicanos y probablemente hasta el de maestros toque.
Lo cierto es que, como dice el dicho, los demás han puesto sus barbas a remojar. Cambios, muchos cambios... espero que sea poco ruido y muchas nueces.