Por fin se llegó el día. Los manteles largos, los listones listos esperando a ser cortados por él y nosotros, ya con el convenio de que la taquiza comenzara a la 1 pm.
Desde muy temprano el comité de secretarios particulares y anexos se dieron cita en el lugar. La última inspección antes del evento para que todo saliera a pedir de boca.
Un macetón por aquí en la entrada, unas tarimas por acá para los medios, todos bañados y perfumados, los uniformes relucientes. Nadie se quejó, al contrario, las bromas desde hacía varios días habían hecho aparición. ¡Acuérdate de remojarte en alcohol! Se escuchaba a la hora de la salida un día antes. Todo para que el Jefe de Gobierno del Distrito Federal pudiera ver que, por muy humilde que sean los trabajadores, también tenemos nuestro corazoncito.
Unas amigas mías a quienes el Jefe no les simpatiza ni tantito, llegaron vestidas de azul. Desde hacía varios días venían planeando cómo hacerle notar su antipatía y descontento hacia el partido del gobernante. El tono fue la solución.
La visita estaba programada para las 10 de la mañana. El boletín de prensa se había elaborado con días de antelación. Mi misión (que gustosa decidí aceptar) era entregarlo a los medios.
Después de un poco de maquillaje y unos tacones que resaltaban mi nada despreciable chamorro, los comentarios no se hicieron esperar. Que si hay que hacer eventos así más seguido, que si este año sí salgo y si no organizan rifa, que aunque no se vendan los boletos los regalan para que así sea... en fin. Yo no tengo la culpa que las trabajadoras no tengan tanto estilo como yo (jaja).
Finalmente el tiempo estaba encima y el reloj pasaba de las 10. Todavía no llegaba el Jefe. El personal comenzaba a aglomerarse a la entrada del hospital esperando poder tomarse una foto con él. La verdad a mí se me hace una tonteria. Algo así como si por ósmosis uno fuera a ser bendecido por los dioses y los favores de él recayeran en uno sólo por un instante Kodak.
Corrí al lugar donde se encontraban los medios. Después de presentarme les entregué el parte de prensa y sin darme cuenta comenzaron las preguntas. Qué fue lo que se remodeló, cuánto tiempo duró la remodelación... etc. todo ya venía en el parte de prensa. Una pregunta no la supe contestar y llegó la Jefa de Enseñanza para hacerme segunda durante la entrevista. Ella la finalizó.
Al llegar el Jefe, la gente reventó en aplausos. Flashes por aquí, por allá. Incluso los medios le gritaban: ¡Marcelo! ¡Carnal! con el afán de conseguir una buena foto. Unos instantes después comenzó el recorrido por el hospital y acto seguido una pequeña conferencia.
Primero el Secretario de Salud y luego el Jefe. hora y media de charla que no sentí con los tacones de 10 cm que calzaban mis pies... y no precisamente por la emoción de verle, la adrenalina generada mantenía mis terminaciones nerviosas casi sedadas.
Al terminar el evento la gente se arremolinó a un lado del Jefe con tal de obtener la codiciada foto. ¿Adivine usted quiénes fueron las primeras en tomarse la foto? Acertó... aquellas vestidas de azul estuvieron durante todo el evento en primera fila y hasta beso de Judas le propinaron al susodicho. Creo que siguen sin lavarse las manos.
Mientras tanto, yo comenzaba a sentir los estragos de los zapatos. Corrí a mi oficina y me encerré durante unos minutos. Ya podía retirarme el glamour, total el evento había terminado.
La celebración estuvo por demás entretenida. Los alcoholes estuvieron a cargo de uno de los choferes y sus amigos en el cuarto de máquinas... yo también participé de su festín. Mi Jefe estuvo acosándome un buen rato y para evitar que bailara conmigo (y que su segunda al mando se diera cuenta) preferí entrarle al Tequila antes que terminar en el archivo muerto.
Llegó la hora de la salida y emprendí la graciosa huída. El fin de semana comenzaba a sentirse.
El lunes a primera hora fuí llamada a la oficina del Director. Me preguntó si estaba inconforme con algo y yo respondí que no. tu ya sabes el por qué de esta reunión ¿verdad? -No, respondí. -Deberías saberlo, con lo publicado el fin de semana. Me quedé de a seis. Pues ¿qué pasó?
Dos medios escritos hicieron su labor dando periodicazo al evento del hospital. En la nota salía mi nombre completito, con todas sus letras (no recuerdo ocasión en que de verdad hubiera querido tener un apodo) y el de la Jefa de Enseñanza. Según lo redactado, ella y yo somos trabajadoras inconformes y nos quejamos arbitrariamente tanto de las autoridades como del sistema de Salud. El resultado, nuestro director planeaba poner nuestras cabezas en bandeja de plata.
Miles de ideas pasaron por mi cabeza. Que si es una ofensa, que si préstenme una máquina para buscar la nota, que si me corren qué hago... el director habló largo y tendido para finalizar con un yo tengo que dar la cara en este asunto.
Ese día estuve de lo más indignada. Primeramente por que el director afirmaba que en la nota se decía que el boletín de prensa provenía de parte de trabajadores inconformes, y en segundo lugar por que no me parecía ético que se hubieran aprovechado de un par de declaraciones para tergiversar la situación. Mi cabeza estaba en juego y los redactores ni por enterados.
Al día siguiente el secretario particular del Secretario de Salud se comunicó al hospital. Sólo le pidió al director que hablara con sus trabajadoras "inconformes" para que no se repitiera esto. Todo quedó aclarado.
Hoy conservo mi trabajo aunque el chisme ya se corrió por radio pasillo y como que me miran con recelo. Ja! lo que pasa es que a mí sí me dedicaron dos párrafos completitos en uno de los periódicos de mayor circulación.
Lamento enormemente que para dar una nota se hayan tenido que valer de una artimaña tan vieja como lo es manipulación de la información. Y peor aún cuando podría referirlos como colegas míos. ¿Dónde quedó la ética del periodista?