martes, 13 de diciembre de 2011

Mérida y su carnaval.

Creo que nunca les he platicado de mi visita a Mérida, verdad? Cosa rara, ya que con una reseña sobre mi visita a Chichén Itzá, estando en Mérida, fue que inauguré este blog.

Pues bien, todo comenzó cuando una muy querida amiga se mudó para allá. Creyendo que jamás la veríamos de nuevo (sí, era un pensamiento fatalista en ese momento), unos años después se llegó la oportunidad de visitarla con el pretexto de celebrar las nupcias de otra amiga de nuestro grupo.

Así, se llegó la fecha marcada para el mes de febrero.

Al llegar a la ciudad, ésta nos recibió con un clima cálido, un viento fresco que invitaba a despojarnos de los kilos de ropa invernal que portábamos de la ciudad. Como marco, un cielo rojizo cuya piel se vestía de atardecer.

Después de los abrazos efusivos y el recibimiento, nos esperaba el carnaval. Las calles del centro de Mérida se vestían de luces, de trajes llamativos, de bailes regionales y por supuesto, de regalos de patrocinadores.

La gente desde las gradas apostadas sobre la calle 60 (la más famosa para los turistas) disfrutaba el paso de los carros alegóricos, festejaban a sus reyes (los guapos y el Maquech o Rey feo) y reinas de carnaval y disfrutaban del jolgorio al que invitaban los animadores del evento. Propios y extraños pintaban una sonrisa en su rostro al escuchar la música tradicional mientras los bailes conjugaban los colores de sus vestimentas.

Pero no sólo de bailables y carros se goza durante carnaval. Todo el Paseo Montejo hasta el remate pululaba de jóvenes corriendo de un escenario a otro esperando disfrutar del espectáculo ofrecido por diferentes artistas populares. Durante el día los espectáculos. Se ofrecen en parques y jardines de la ciudad. Todo el día es fiesta, todo el día hay carnaval.

Caminar a través del mar de gente abre el apetito y qué mejor que reponer fuerzas con una marquesita. Una especie de crepa enrollada rellena de queso suizo, o queso del gallo rojo (por si desea comprarlo). El sabor dulce-salado me produjo una explosión de sabores en mi paladar, tan así fue que me volví adicta. No había esquina donde no me detuviera a comer una. En mi última visita las encontré en versión Nutella con queso y oh,oh! Sí, caí en la tentación.

Mérida podrá ser una ciudad pequeña comparada con la capital, sin embargo su gente es afable y risueña, muy respetuosa del prójimo, llena de valores. Creo que esto es un punto fundamental a la hora de disfrutar de ésta festividad. El carnaval se lleva en calma, sin daños colaterales. Se siente uno como en casa. Y ello invita a regresar no una, sino muchas veces.

Yo he vuelto en varias ocasiones y créanme, de ellas hablaré en otra ocasión pues de su riqueza cultural y gastronómica, así como sus sitios arqueológicos y la magia de sus playas merecen que me tome el tiempo para describirlas al detalle.

Por lo pronto les invito a consultar el portal del carnaval de Mérida:
www.merida.gob.mx/carnaval y así consultar las fechas del 2012 y el programa. Estoy segura que será una experiencia inolvidable.
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4 comentarios:

Zereth dijo...

Quiero volver!!! y por supuesto, no perdonaría unos taquitos de pibil y sus respectivos panuchos.

Pilar Nieto dijo...

Zereth: Pues vamos juntas! gracias a una buena amiga conocí un lugar increíble para comer panuchos y salbutes como Dios manda!

Cecilio Carax dijo...

Siii champolas y sopa de lima por piedad !!!

Cecilio Carax dijo...

Siii champolas y sopa de lima por piedad !!!