viernes, 15 de octubre de 2010

Azul y Oro

Las visitas a Ciudad Universitaria siempre terminan en ese lugar. Aquel restaurante donde las proles más eclécticas coinciden en tiempo y espacio para darle gusto al gusto. Para complacer a los sentidos con un delicioso platillo.

Altamente recomendado por expertos en la materia, la cocina del chef Ricardo Muñoz Zurita nos invita a redescubrir la gastronomía mexicana al encontrar la fórmula mágica entre sazón, historia y cultura.

Las enchiladas de flor de jamaica son un ejemplo de la variedad de platillos que ofrece en este lugar. Sin olvidar el mole negro de Oaxaca, el cual en mi última visita me atreví a degustar con el riesgo de demerecer el de mi abuela y renunciar a las comilonas en su casa por tal motivo; encontré un buen retador.

En esta ocasión, el menú nos invitó a viajar por Yucatán. El mesero que muy solícito nos atendió nos explicó de los festivales que el chef realiza durante el año y con nuestra suerte los panuchos, el relleno negro y demás delicias yucatecas nos sorprendieron en la carta.

Había mucho por elegir y hambre como la de un regimiento entero.

Mi cómplice eligió un pescado Tikin Xic acompañado de una horchata, previa entrada de panuchos con su respectiva cebolla roja (o cebolla morada como se le conoce en el centro del país) y pico de gallo con habanero. Yo por mi parte seguí la recomendación de una querida amiga: enchiladas de mole negro.

El pescado Tikin Xic es servido con frijolitos refritos, tiritas de tortilla frita, sobre una cama de plátano frito. El toque especial se lo da el recado rojo con que es sazonado.

Las enchiladas de mole negro tienen el justo sazón que remontó mis sentidos al mercado 20 de noviembre en Oaxaca y a las comilonas que en muchas ocasiones he dado a salud de todos los que me acuerdo. Fue difícil no compararlo con el de mi abuela y hoy en día sigo sin saber cuál de los dos es el mejor. Difícil pero cierto.

Para el desempanze no hay como un café servido en una taza de talavera poblana y acompañado por el rumor del viento y el canto de los pájaros en las copas de los árboles. La tarde iba cayendo poco a poco y los colores tornasoles en el cielo anunciaban que el manto de estrellas haría su aparición.

Motivos para visitar Azul y Oro faltan. La zona cultural es el clásico pero ya cuenta con un hermanito en la Facultad de Filosofía y Letras.

A bordo del Pumabus o rentando una Bicipuma, deleita a tu paladar. Estoy segura que no te arrepentirás.

2 comentarios:

Gwy dijo...

Cuando me invitas... leerte me remonto a ese lugar, claro, sin el deleite gastronómico saboreandolo... pero vamos Pilyyy...

Zereth dijo...

Anotado!

Llévameeeeeee, jaja me quedé ciclada en donde dice panuchos...

Besos