jueves, 21 de octubre de 2010

Un poco de cortesía

Era el martes en la mañana, la calle todavía oscura esperando el arribo del sol y mi reloj marcando las siete y 3 minutos. A unos cien metros de mi trabajo no apresuré el paso, aún tenía unos cuantos minutos para llegar a tiempo. La avenida lucía vacía, sólo unos tres transeúntes buscábamos cruzar la calle. Junto a mí, un joven de unos quince años vistiendo el clásico uniforme a cuadros de la secundaria vecina, esperaba junto a mí que el último auto nos pasara.

En dos saltos ya estábamos del otro lado. Al subir mi pie a la muy alta banqueta, tropecé y caí de rodillas. El ardor me hizo saber que sí me había herido. Mi compañero de cruce ni se inmutó, y ni tardo ni perezoso echó a volar. Vaya! hasta me extrañó que ni siquiera se hubiera reído de mí o que lanzara una mirada burlona y socarrona a la torpe mujer que se hallaba en el piso con los lentes a media nariz y asimilando su dolor.

Sentí feo. No me dio pena ni coraje haber caído de bruces en la calle, cosa que le suele suceder a la mayoría de la gente por evitar ser el blanco de risas fáciles de los conciudadanos, lo que me indignó fue la actitud del joven. Esperaba que se burlara pero dolió más la indiferencia, la frialdad con que le importé un rábano y me dejó allí en el lugar del accidente.

Hubiese preferido, por supuesto, su mano ayuda pero conociendo a mi raza, caray, sabía perfectamente que lo único que pasaría sería escuchar la risotada o la frase "no la levanto porque ya la chupó el diablo".

Me doy cuenta de cuán fríos e indiferentes nos hemos hecho. Incluso en televisión a pesar de las crudas imágenes transmitidas, ya no hay compasión humana. Los jóvenes ya no se inmutan ante el dolor de los demás... y pensar que aún me conmueven los dramas como el de los mineros chilenos.

A dónde iremos a parar? Llega entonces a mi mente el "ama a tu prójimo" y que no se refiere precisamente a las artes amatorias sino al simple hecho de dar una mano, de proteger, de compadecerse por el otro así como lo hacemos por nosotros mismos.

Me hubiese gustado que me preguntaran si estaba bien, si me había hecho daño. Que me extendiera su mano por lo menos para levantarme y listo. Esa acción le hubiese llenado a él de orgullo y a mí de agradecimiento.

6 comentarios:

Zereth dijo...

No se puede amar lo que no se conoce: la humanidad.

Lastimosamente hay mucha gente que no le interesa su persona ni mucho menos los que les rodean.

Besos dialeca ¿cómo van los raspones?
No rasguñes ese estuche!!

Zereth dijo...

diableca*

Pilar Nieto dijo...

Diableca! Ahí van los raspones! La rápida acción del Recoveron está actuando y bueno, la comezón de las cicatrices hace su aparición. No me fue mal hasta eso! jejeje los hay peores.

Besos!

Pilar Nieto dijo...

chin, se me fue el acento en recoverón jajaja :p

Nohemisita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nohemisita dijo...

Hay, pequeñuela, suele suceder, y que penoso es eso, más cuando no va tu " acompañante" como dice la doc a tu lado, o tu amigui del alma que de perdis se ría contigo o se meta contigo a la primera tienda que vean hasta que se pierda la gente que te vió, jejeje, el otro dia se cayó una señora justo en la banqueta de mi trabajo, la primera impresión es que me quiso dar risa, pero al ver lo aparatoso de su caída no pude más que ayudarle a levantarse, ofrecerle llamar a alguien de su casa por si se sentía mal, y un vaso con agua pl susto, pobrecilla!! iba tan arregladita y al caer, su bolso voló, su frente empolvada y su rodilla sangrando :-( , pero ya sobrepuesta y sin almenos nada grave visiblemente, reanudó su camino, no sin antes desvivirse en agradecimientos. Lo del chamaco sin palabras, la culpa no la tiene él sino, que es el reflejo de la educación que le han dado sus padres :-S