jueves, 28 de julio de 2011

Suburbano

Hoy es la primera vez que utilizo el servicio del tren suburbano de la ciudad. Sin embargo la añoranza de mi niñez me ha dado un súbito golpe al entrar a la estación.

La única vez que tuve una aventura en tren fue rumbo a Oaxaca y mi nerviosismo era impresionante, temía que el tren partiera sin nosotras.

Al llegar a la estación me sorprendió el tamaño espectacular de su entrada, la compra de boletos, el ruido de la gente y sus maletas cargadas con cualquier cantidad de cosas y animales. Muchos adultos, no recuerdo haber visto niños.

Mi madre lidiaba con las maletas, la prisa y sus hijas. Recuerdo verme corriendo en el andén gritando al boletero: Señor, señor, espere! Claro, el tren avanzó mucho después que nosotras tomamos nuestros lugares, pero tal era la emoción que para mí, los pasos se me hacían eternos.

Hoy que la realidad ha alcanzado a los ferroviarios y cuya existencia sólo queda en mi memoria, me da tristeza encontrar a la estación Buenavista llena de gente con mucha prisa, empujándose, corriendo por alcanzar un lugar, llenando de intranquilidad aquel lugar que se llenaba de ruido, sí, pero de un ruido que invitaba a descubrir, a viajar, a descansar y llegar a salvo a tu destino.

De la estación se conservan las bancas y las taquillas. Por lo menos es lo que yo vi al llegar.

Ojalá el tiempo pudiera volver y yo viajar una y otra vez en esos vagones de mi infancia.
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