lunes, 19 de noviembre de 2007

Gracias, Totales!


Pues se hizo todo lo posible... Ya tenemos boletos para el concierto de Soda Stereo!!!...

Así fue. Un día de mediados de año, le comuniqué a un amor que tengo la alegría desbordante, la que era inminente compartirle y que no podía esperar por su cumpleaños al siguiente mes. No habían pasado ni dos minutos cuando su voz me sorprendió al teléfono. Una alegría inmensa me dejaba imaginar su rostro, sus manos nerviosas, la adrenalina corriendo por todo su cuerpo, estremecerse y tratar de controlarse para evitar pensarlo loco.

Durante un par de días, la noticia fue esparcida a nuestros conocidos, entre felicitaciones sinceras y puñaladas por la espalda, recibí el mail confirmando mi compra. Un fw mantuvo nuestro calendario en cuenta regresiva.

Por fin llegó el esperado día. Ya habíamos hecho los arreglos necesarios. Excusas en el trabajo, en la escuela, en fin. Todo estaba más que listo para disfrutar al máximo el regreso de esta legendaria banda. Eran las nueve de la mañana y yo con las mariposas en el estómago. Uff, parecía niña de 15 estrenando novio; el nervio y la emoción hicieron que mis visitas al baño se hicieran más frecuentes de lo acostumbrado. Vaya, pensé. Si sigo con esta sensación me cae que voy a bajar de peso. Decidí salir a caminar un rato y dejar de contar los minutos por pura salud de mi flora intestinal.

Un amor que tengo y yo decidimos llegar muy temprano al Foro Sol. Cuando fuimos al concierto de Robbie Williams la experiencia no fue muy grata. Tal pareciera como si la gente supiera de antemano cuán fan soy y mandaran a los más altos, los más garrochas para acomodarse delante de mí. Ese día, gracias a que muy hábilmente me colgué literalmente de la espalda del de enfrente, fue que vi por un segundo la silueta de mi adorado. Seguramente se preguntarán por qué no disfruté el concierto en las pantallas. Bueno, el aire me hizo el favor de volarlas impidiendo que yo y todas aquellas personas que no llegamos ni al 1.60 cm de estatura, pudiéramos verlo allí.

Y qué decir del lugar que nos tocó, algo así como tres cuartos hacia atrás de donde se encontraba el escenario, vaya, dos minutos más tarde y lo veíamos en los torniquetes de la entrada. Ese día mi Big Bro presentaba a su hija; tal vez pude dejar la presentación y llegar a apartar mi lugar cual señora de comercial acostada en la calle esperando el auto de su marido y ser de las primeras en entrar al lugar, pero no fue así y la cara de felicidad de mi Bro y de su esposa son algo que no olvidaré aún cuando no tenga la certeza de volver a ver a Robbie en México.


En fin, previniendo esta situación fijamos nuestro arribo a las 6 pm. tres horas antes del concierto. Ya en el lugar comenzamos a recorrer los puestos de los souvenires, camisas, vasos, tazas, chamarras, sudaderas, posters, uff. De verdad, si ud. querido lector algún día tiene una inminente necesidad de dinero, basta que consiga unas cuantas playeras, les imprima el logo de la banda en cuestión y se venden mejor que pan caliente. Desde 35 pesos (los vasos) hasta un poco más de 250 pesos (las chamarras), uno puede darse el lujo de adquirir cuanta cosa le venga en mente.

Entre plática y plática el amor que tengo y yo debatíamos sobre de las notas publicadas acerca del milagroso y muy esperado regreso de la banda a los escenarios y de cómo habían sido los conciertos en Argentina y Guadalajara. No quisimos hacerle caso a las múltiples alabanzas que los redactores daban y preferimos dejarnos llevar por lo que nuestros sentidos captaran. De pronto una llamada interrumpía: ¡Ya se está llenando!, un amigo de mi acompañante nos advertía que era hora de correr al interior del lugar.

Escogimos el lado derecho del escenario, se veía poca gente en comparación con el concierto de Robbie, estábamos a la mitad del terreno. Para mi mala genética, todos frente a nosotros medían más de 1.60 de estatura. ¡Demonios!, pensé. Por más temprano que llegue uno, no deja de existir la garrocha andante. Agh, otra vez no voy a ver nada. Luego medí la distancia y recordé que al iniciar el concierto la gente suele amontonarse, esto dejaría un espacio delante de nosotros y podríamos acercarnos más al escenario. ¡Excelente! Parecía que todo estaba a mi favor, incluso la tecnología. Mi celular y su potente zoom me acercaban aún más a la banda.

Alrededor de las 8:30, la gente comenzaba a impacientarse, la sección de "los parados", donde nos tocó, estaba a toda su capacidad. De pronto, unos empujones por aquí, otros por allá, un pisotón, una voz al viento exclamaba ¡Pégale, puto! Quise voltear para ver qué sucedía cuando me sentí arrastrada por la corriente. Unos cuantos metros atrás se estaban peleando. Ya se imaginarán. Todos tratando de abrir el espacio suficiente para que nadie más saliera herido. Bueno, por lo menos los que estaban cerca de los puñetazos porque los demás estábamos tan apachurrados que ni podíamos respirar. En dos segundos la seguridad del lugar separó a estas personas. Supongo que las sacaron, nunca alcancé a ver qué fue lo que pasó con ellos. En un instante todo regresaba a la normalidad.

En un grupo de amigos que se encontraba frente a mí, uno de ellos había bebido demasiada cerveza; quería orinar en un vaso lo cual resultaba primeramente, asqueroso y en segunda peligroso. El vaso lo colocaría en el piso, ese era el plan. Al momento del empujón inicial del concierto, el de atrás lo pisaría y guacs, alguien terminaría con el pantalón manchado de su agüita amarilla. Afortunadamente desistió y se aguantó las ganas.

El reloj marcaba las 9:15, los brincos, aún más apretones, la multitud coreando ¡Oe, oe, oe, oe...Soda, Soda! y la banda no aparecía. Cada vez más fuertes los gritos, los chiflidos, los aplausos. La prueba de luces desde la cabina de sonido hacía que cada vez que se encendían los reflectores la multitud se desbordara en euforia. La espera se estaba volviendo pesada, el frío se empezaba a sentir y otra vez volvían las mariposas a mi estómago.

El de a lado miró su reloj, las 9:30 dijo. De nueva cuenta las luces se encendían, otra vez los gritos de todos, pero esta vez nuestros latidos nos decían que el momento había llegado, una certeza inexplicable alimentaba el corazón. El exilio tras 10 años había terminado.

Los primeros acordes se dejaron escuchar, todos vueltos locos no dejábamos de gritar, la gente se revolvía buscando el mejor lugar para poder verlos, para casi tocarlos. De pronto el saludo, "Hola México lindo..." aumentaron nuestra felicidad.

La música seguía sonando fuerte cuando su voz celestial comenzó a volcarnos a la realidad, ya no era un sueño "...bienvenidos al juego de seducción...Voy a ser tu mayordomo, y vos harás el rol de señora bien..." las primeras frases empezaban a hacer mella en nuestros sentidos, así comenzaba la historia que bien valió la espera de 10 años.

El saludo a la banda vino después, "Hola Charlie, qué tal Zeta", una pequeña pausa para ir acoplando tanta energía desbordada y seguir con el concierto. Telekinesis, Imágenes Retro, Texturas, Hombre al Agua, La Ciudad de la Furia, Picnic en el 4b, Zoom, Cuando pase el temblor... uff, una tras otra no había quien dejara de corearlas y seguir dando gracias al cielo por este momento. Y qué decir del amor que tengo, nunca lo había visto tan extasiado como aquella noche, su cara, su voz, sus ganas y emoción completaban mi felicidad.

El concierto avanzaba y los celulares no dejaban de brillar. Giré mi cabeza y pequeñas luciérnagas de luz simulaban el firmamento en tierra. Nadie perdía la oportunidad de grabar el momento. Hice lo propio y, aunque mis fotos en esta ocasión son muy pero muy malas, aquí está lo que pude captar en un momento de calma corporal.

Gracias a tantos empujones y a las horas que ya llevaba de pie, hubo un momento en que mi espalda me dolía cada vez y más fuerte. No me importó. Mi medicina era Soda y mi terapia los brincos. Así, al escuchar los primeros acordes de Persiana Americana, cual tratamiento de huesero, me curé. Era tal el éxtasis, las ganas de seguir cantando y disfrutando, dejándome llevar por la vibra, por los acordes, por el momento en sí que me olvidé de mí haciéndome incorpórea... Volé en esta ciudad con toda mi furia contenida, con esa música ligera que me trataba suavemente.

Dos descansos no apagaron el ánimo de ninguno de nosotros, al contrario... las últimas Vitaminas nos inyectaron la dosis perfecta para cerrar con broche de oro esta noche mágica.

Las ovaciones nunca cesaron, "qué mejor razón para volver que ustedes"... En un abrazo se fundieron los tres, en ese abrazo se despidieron. Allí estaban al centro del escenario, retomando el camino que quedó marcado, indeleble en nuestros corazones. Allí donde mi grito ahogado se confundía con mis lágrimas, comenzaba la historia.








5 comentarios:

la brava dijo...

Sé lo que siente cuando uno va a un concierto que esperaba desde hace mucho con tanta ilusión.
En su momento yo también publiqué la crónica de uno, el de Alejandro Fernandez cuando vino a España.
Soy super fanática de él y estaba que no me lo creía y el viaje fue toda una aventura, me costó lo mío pero al final fue..una pasada, me has hecho recordar buenos momentos.
Este grupo no lo conozco buscare algo por la red a ver que tal suena.
Besos

RGalindez dijo...

Excelente relato. Yo también estuve ahí, aunque llegue a las 9:00pm, 2.5 hrs. después de haber iniciado el viaje; no sé si todos iban a ver a Soda o las combinaciones dieron como resultado el caos.

Aun no sé que concierto disfrute mas, si el de despedida o el de regreso. El primero involucraba la incertidumbre de volver a verlos juntos y debía disfrutar cada momento; o el de regreso que era un esperanza hecha realidad. Lo cierto es que fue extraordinario.

Soda!, Soda!, Soda!

Zereth dijo...

Y eso que no eras muy fan!
:D

La ciudad de la furia sigue siendo de mis preferidas, y me alegra que hayan podido asistir a disfrutar el concierto de Soda, que con todo y sus bemoles(qué culpa tienen los altos) vale la pena escucharlos en vivo y ver aunque sea de lejecitos a Ceratti.

Besos

Betoman dijo...

Yo me sentía como niño en la noche antes de reyes; emocionado. Ese día es inolvidable, la banda que representa el soundtrack de mi vida frente a mi.

Que bueno que tb vibraste!!!!

Seguimos en remolinos°°°°

Enorme SODA!!!!

Anónimo dijo...

Alberti, Zeta, Cerati , esparcidos a lo largo del escenario sin ser solo uno el protagonista.

Las notas vibrando en el pecho de 55,000 almas que esperaban con ansia. Nadie se fue decepcionado.

Tantas emociones que giraban en torno a las canciones de un grupo que para mí nunca se fue, la alegría sentida era desbordante por el ver al grupo añorado, pero se volvió completa y tomó sentido al poder ser compartido con quien determina el ritmo de mis latidos.

Gracias Totales