lunes, 12 de noviembre de 2007

Tus ojos

Hoy me acordé de tí. Estaba parada en un puesto de revistas y ví los titulares del periódico que compras. Una sonrisa nostálgica invadió mi corazón.

Recuerdo cuando nos llevabas a jugar al parque de la colonia, algunas veces te enojabas porque el tiempo que destinabas para nuestros juegos no era suficiente para nosotros. Claro, los chintololos ya habían terminado el partido de futbol. Para tí era tiempo de partir, en cambio nuestra última aventura iba apenas a la mitad del viaje.

Luego fuimos creciendo y los años te volvieron más apacible. De repente te daban tus ataques de in-consciencia y sacabas el cobre en las fiestas y reuniones... A mí nunca me ha importado, te quiero.

Cuando vivía contigo, sólo hacías muecas y ruidos porque veía tele hasta tarde. ¡Ah, pero no fuera tu América que ese día nomás no dormías! Y lo peor del caso es que yo tampoco podía irme a la cama sin ver qué había sucedido en la novela de la noche. No es que realmente me apasionara el género, sino la cosquillita de hacerlo a escondidas, de saber que en cualquier momento te levantarías a checar que ya estuviera en cama, era lo que me motivaba a seguir dando lata.

Nunca me dices que me quieres, sin embargo lo sé. Un día te hablé de una obra de teatro en la que participaría. Era de día de muertos y me estaba haciendo mi disfraz. Tenía un bote de engrudo y la idea, me faltaba el material.

Cuando regresé de la escuela, me dijeron que estabas de malas, que todo el día habías andado en la calle buscando unas cosas y que el tráfico y el ruido de la ciudad había puesto a todos en la casa a temblar.

Al día siguiente cuando me levanté, en el patio seguía mi bote de engrudo y el hule espuma que necesitaba para mi disfraz lo habías conseguido para mí. Nunca olvidaré ese detalle.

Hoy ya no ves como antes, tus ojos se han ido apagando con los años. Un tratamiento médico nos da la esperanza de que tu calidad de vida mejore un poquito y te dé, por lo menos, un poco más de visibilidad. Pero eso sí, ya dijiste que quieres una tregua para el día de la graduación, que ese es tu anhelo inmediato.

Yo pido otro poquito de tregua, que te alcance hasta tus últimos días.

Te lo escribo, por que si te lo digo, tiemblo. Te quiero abuelo.

8 comentarios:

Ricardo Arce dijo...

Abrazo

RGalindez dijo...

Que entrañables son los recuerdos de los abuelos, quienes para muchos han sido personas muy rigidas pero con un amor muy especial.

Anónimo dijo...

Que hermosa forma de relatar lo que sientes por tu abuelo.

Debe sentirse muy orgullo de tener alguien como tú.

Pos no te queda más que dar gracias a la vida por seguir teniendolo a tú lado.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Se lo que se siente...

Dice el Dr Weiss que ellos estan aqui para enseñarnos algo y/o para aprender de nosotros otra cosa.

Cuando ya esta palomeada esa tarea, uno ya se puede ir tranquilamente.

Ah,pero como se les extraña no ?

http://lasaventurasdepatito.blogspot.com/

Zereth dijo...

Las treguas siempre llegan, por el tiempo que uno no entiende, disfruta mucho a tu abuelo y un abrazo apretujado de mi parte.

Besos

Iliana dijo...

Ay, los abuelos, los míos ya no están conmigo (a mis dos abuelos varones ni los conocí), con una no me llevaba muy bien y a la otra si la quise mucho, así que te puedo entender...
Disfrútalo mucho. Un abrazo también.

Pilar Nieto dijo...

Él: gracias.

RGalindez: con todo y su rigidez, el abuelo se gana el cariño de quien lo rodea

Chilosa: que gusto verte por acá.

Gracias por tu comment. yo también estoy orgullosa de tener un abuelo como él

Mamá de Patito:si, y mientras estén con nosotros hay que disfrutarlos y dar gracias por ello

Zereth: De allí mi amor a tu tierra... Él me contagió sus raíces

Blanca Figueroa:Gracias por el abrazo.

Saludos y besos a todos

Pily

la brava dijo...

Un abuelo es lo más grande y especial que existe dentro de la familia, yo perdí a los mios muy pequeña, pero me dejaron recuerdos maravillosos, lástima haber olvidado otros tantos.
Me emocionaste con tu relato lleno de ternura, muy sentido.
Un beso