jueves, 5 de febrero de 2009

Templo Mayor, Catedral y Palacio Nacional.

Para la primera visita en el programa había que levantarse temprano. Desde un día antes comenzaban los preparativos: cargar las pilas…check, seleccionar un cómodo ajuar…check, poner la alarma a una hora digamos necesaria para llegar a tiempo…check. Todo listo. Al día siguiente comenzaba la aventura.

El reloj sonó y muy a mi pesar (mis cobijas reclamaban mi presencia) me levanté. Salí corriendo, pensé que no llegaría a la hora acordada; afortunadamente en fin de semana el tráfico de la ciudad parece dormir hasta tarde.

Cuando me encontraba caminando a un costado de la Catedral, el frío de la mañana se dejó sentir . Mi vista buscaba a los cómplices de la travesía. De pronto Paola hizo su aparición. Caminé tras de ella hasta el lugar de la cita. Ya éramos varios a esa hora de la “madrugada”.

El grupo se fue completando poco a poco. Quién iba a pensar que un día antes nos habíamos visto cuando nos saludábamos como amigos de antaño.

Armados con cámara, grabadora, cuaderno y espíritu turista nos presentamos ante nuestro guía al cual un accidente le estaba cobrando un mal rato y pidió fuéramos pacientes pues su pierna todavía estaba en recuperación. Mejor, pensé. No me gustaría que no hubiera tiempo para preguntas, una buena explicación y por supuesto, la sesión de fotos.

Por ser la primera salida me sentí obligada a tomar nota de todo aquello que se dijera. Ni un detalle, fecha, evento, etc. debía pasar desapercibida. No obstante, mi yo interior no se sentía a gusto con esa idea.

La visita comenzó en el Templo Mayor. Mi fiel cámara comenzó a grabar cada palabra emitida por el guía, las preguntas de mis acompañantes, las risas, las campanas de Catedral... Y yo queriendo retener todo lo anterior, me sentí fuera de lugar. Siempre he pensado que hay que aprender a escuchar y aprehender lo dicho. Eso de apuntar y grabar audios no es para mí. Decidí apagar la cámara, dejé a un lado el cuaderno y la pluma. De aquí pal real, lo que se quedó se quedó.

Debo confesar, y esto es algo que no me enorgullece, no conocía el Templo Mayor. Para una estudiante en especialización turística puede traducirse como pecado mortal. ¡Pero si vive usted en la capital señorita! Sí, lo sé. Y créanme, con esa visita he desempolvado los libros de historia. Hubo muchos datos que ya no recordaba y que, obvio, me hicieron sentir la más empolvada del grupo. Bueno, hasta que alguien por ahí también me dijo que haría lo propio.

Palacio Nacional fue la segunda parada. Únicamente los murales y la historia del recinto fue tema de nuestro guía. Allí sí conocía la historia, supe identificar los estadios de cada mural. Ya era demasiado si no me acordaba del nombre del autor.

Ya con el sol de medio día, con hambre (porque el café que nos tomamos antes de iniciar el recorrido ya estaba más que digerido) y a punto de flaquear, llegamos a Catedral. La visita estuvo muy interesante, lo malo fue que no subimos al campanario ni visitamos los nichos; hubiese sido una gran experiencia: un buen orador y un magnífico recinto.

Nuestro último lugar a visitar fue el Museo del Estanquillo. Ya había leído que se presentaba la exposición “Te pareces tanto a mí” en donde se aborda la evolución del retrato como género artístico entre los siglos XIX y XX. Me sorprendió la cantidad de piezas mostradas en la colección.

Al llegar, el aire acondicionado apaciguó nuestro calor. Aunque el lugar es pequeño, y con unos agregados culturales que se fueron integrando al grupo a lo largo del recorrido en el lugar, pudimos ver la exposición de forma rápida y concisa invitándonos a visitarla una vez más para contemplar cada pieza exhibida con calma. Nuestra guía, quien debía apresurar la visita por cuestiones ajenas a nosotros, trató de llevarnos de la mano a través de los 3 pisos que integran el museo. Con todo y todo, disfrutamos y bromeamos al terminar el recorrido.

Como lo hicimos en los otros lugares visitados, la terraza del museo fue el marco final para la última toma del día al lado de la cumpleañera, profesoras, invitados y compañeros.

No puedo negarlo, la química es buena y la compañía muy agradable. Esta es la primera, están programadas seis y ruego al tiempo que vuele para experimentar de nueva cuenta.

3 comentarios:

Cl@udette dijo...

No dudo que haya resultado un tanto cansado el recorrido, pero que tal el aprendizaje? y sobre todo cuando se ve a traves de los ojos de un buen guía.

Saludos y seguiremos esperando el relato de las visitas restantes

Zereth dijo...

Al fin me digné a leer el tour, no por falta de ganas, pero pues siempre me agrada leer tus crónicas de viaje.

Esperamos las siguientes, qeu te sean tan placenteras como productivas.


Besos

Mayra Esperanza Martínez Salvador dijo...

Hola niña!!!

Acompañada de un delicioso cafecito y unas galletas de chocolate... estoy esperando tu relato de la segunda visita... Espero sea tan bueno como el de la primera...

Esperaré pacientemente!!!