viernes, 14 de agosto de 2009

De palomitas y gourmet

Hablar del cine es hablar de las musas, de las bellas artes, de lo que inspira y asombra al ser humano. Hablar de cine es introducirnos a estilos de vida, usos y costumbres, la parte antropológica del ser humano en su paso por el mundo.

Y una pequeña parte del hombre se representa en la comida. En ella desata sus emociones, sus deseos, la imaginación se ve, se huele, se degusta en la presentación de los platillos que obsequia ante sus comensales.

Así pues, si de la vista nace el amor, el sentido del gusto se complementa con ello y el séptimo arte nos ofrece una visión muy particular cuando de antojos y degustación se trata.

No se si a usted, querido lector, le suceda como a mí. Resulta que una tarde pongo una película, estoy plácidamente disfrutando de ella y justo en un momento una escena muestra un platillo seductor. Una receta capaz de enamorar al espectador y de ser cómplice en la trama del film.

En la película El Diablo se viste a la moda, el novio chef de la protagonista le prepara un delicioso sándwich de queso Jalsburger y ella lo rechaza pues está tan estresada que no logra comer. Imagine usted, el pan perfectamente tostado por ambos lados, el queso derretido y así, solito en un plato blanco acompañado de una copa de vino, híjole... mi boca trataba de descifrar los sabores transmitidos y mi nariz la imita.

O qué tal en Mi novia Polly, en aquella escena de la primera cita en un restaurante de comida "étnica". El cous cous se ve delicioso y cuando Polly se lleva un poco a la boca, nada más de imaginarme el sabor, los granos deslizándose por mis dedos y esa sensación granulosa en la boca me provocó buscar en la guía de restaurantes de la ciudad uno de comida hindú. Pero eso no es todo, el bowl donde está el platillo que degustan está lleno de delicias como pollo en curry y otras cosas que todavía no logro probar.

De bebidas también hay. En La Ceremonia, durante los preparativos de la boda se ve a los ayudantes del coordinador preparando un recipiente con té. Vaya usted a saber si era chai o que, pero al más sediento le provoca un vaso.

Y los postres? Bueno, Willy Wonka es mi favorito. Uno se engolosina de ver tanto chocolate. Por lo menos yo sí trabajaría con él gustosa con pago de relleno de fresa o en tablillas.

Estos son pocos ejemplos, el cine es vasto así como la gastronomía. Cada uno nos invita a un viaje muy especial a través de los sentidos. Nos invitan a explorar, a conocer diferentes culturas, a saborear la vida de otra manera.

La vida es como una caja de chocolates, dice Forrest. Es cierto. La variedad está en apreciar todas sus maravillas.

1 comentario:

Zereth dijo...

Dos placeres, bien mezclados entre historias y sabores, es una combinación excelente.


Besos